En esta noche tibia donde la calma suena
a susurros del viento he venido dispuesto
a contar mis secretos, luna de plata llena,
para que los ocultes sin verte ningún gesto.
A solas, sin temores, sin ecos de una almena
ni el fastidio insolente de ese vicio molesto
que emana una caterva, yo quiero hacerte amena
mi extensa confesión y brille como un tiesto.
No es fácil ser distinto si empuja una
vivencia
acorde con el mundo si algunos cortan flores
y siguen sin tener su propia penitencia.
A veces me consuelo si siento los dolores
de los remordimientos que atrapa mi
consciencia
y me hacen declarar: “humano con errores”.
Yo sé, los hay peores,
pero bajo tu luz prometo serle fiel
a la vida asombrosa labrada con cincel.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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