Escuché en una canción
que al contacto del amor,
todos seremos poetas
o marionetas de la pasión.
Basado en tal filosofía
cursis poemas le escribía
para luego esconderlos
bajó su almohada.
Sabía que al encontrarlos y leerlos
la haría sentir amada.
Recuerdo escribirle caricias
mientras dormía,
y leer el prólogo de su amor
en su mirada al despertar.
Su forma de narrar caricias
al mirar era increíble;
lo que me hacía sensible
a adorar, más y más ...
Su gran capacidad de amar.
Recuerdo, que su risa sincera
a la lluvia ahuyentaba.
Si mi esperanza caía,
en ella vertía primaveras,
haciendo florecer mi sonrisa.
Era ella la narrativa conceptual
de mis anhelos.
Sembraba ternura en mi corazón
y cosechaba alegría.
Guardo lindos recuerdos
de antes de su partida,
la verdad su ausencia
me parece mentira;
a veces su presencia
con mi mente conspira,
y tengo la impresión
que en silencio me mira.
Con esa mirada adorable
cuando un error cometía,
luego de besar mi frente
graciosamente decía
tranquilo mi amor;
sé que puedes hacerlo mejor.
Dicen que nadie sabe
lo que tiene hasta perderlo;
cuando se fue, no podía creerlo.
Pues ella era lo primero a poner
en mi mente al despertar,
era mi fragmento del paraíso
mi orgullo, ostentaba su belleza
con ella me era imperceptible
el dolor o la tristeza
pues su amor. Me era tangible
y eso, eso me hacía sentir invencible.
Era mi lucero en el infinito
hasta ser mi estrella fugaz.
Pido a Dios que en mi mente
su rostro perdure
y procure no perder detalle
de nuestra historia,
para que esa bella sonrisa
que me cautivó
siga cautiva en memoria.
Y el día que tanto temía llego.
Me dijo solo necesito
que seas consciente
que te amé hasta la muerte
y en mis brazos murió.
Era una tarde de verano
me tomo la mano
mirando al infinito,
en su rostro una lagrima
y una sonrisa se hicieron una.
Entonces viví en la muerte
unos segundos
yerto en incredulidad
al tenerla de frente,
en pausa sin respiración
en dicha transición
hacia la eternidad
del otro mundo.
Poco a poco se iba,
y poco a poco se fue
formando un ambiente
en mi mente de incertidumbre,
era nuestra costumbre
viajar al futuro y visualizar
este escenario, el miedo
ya era secundario.
Ella se echaba a reír
y solía decir, nacimos para morir
para cuando me toque partir
tienes que seguir adelante
y celebrar que es vida el amor.
Sutilizaba el dolor y el pavor
que dicha realidad producía,
me daba valor su fortaleza.
Desde que aquel doctor
le diera fecha de partida
nos cubrimos de amor.
Aunado en mis pensamientos.
Por un momento al cielo mire
y en voz alta pensé,
tal fortuna fue tenerte
que espero volver a verte.
Entonces de repente,
vi a un ángel descender
y al tomarme de la mano
me dijo te amo;
seca esas lágrimas
no quiero verte llorar
estoy en un mejor lugar.
Puedo ver al sol cantar,
mientras danza la luna
aquí no hace falta fortuna,
ni existe el dolor.
Aquí se profesa el amor
es un lugar bello y agradable
sin enfermedad ni muerte.
Se razonable y disfruta la vida.
Tendremos otra oportunidad
de encontrarnos,
y si ahí podemos amarnos
será hasta la eternidad.
Quizás solo era mi imaginación
tener dicha conversación,
cuestione mi sensatez, pero ...
Con palabras sin fluidez le dije
no has muerto para mí,
sólo tu tiempo vi perecer.
Más que tu partida
me dolía verte padecer,
pero ya murió en mí tu dolor
mi nostalgia es alegre
y hace endeble a la pena
tras tu partida pues ...
Sí, me privo la muerte
de verte sonreír,
pero fue una fortuna tenerte
a mi lado.
Estoy deseando elevarme
más alto que el viento
para ir a buscarte;
y la gravedad, se exige en mi contra.
Pero sé, qué llegado el momento
seré parte del tiempo;
y pintaré un portal hacia el futuro,
pues al pasado ya no es necesario
conozco su porvenir.
Y tú ya no estarás en ese día a día.
Fue una historia de dos
ahora de tres, pues Dios
miro a través de tus ojos;
en tal movimiento de amor
te llevó a un estado mejor.
Te amo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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