domingo, 19 de abril de 2020

COMO LA ESPADA AL GUERRERO.

En las aguas procelosas
del profundo pensamiento,
navegan los sentimientos
entre corrientes de ensueños
y las sutiles secuencias
de las iracundas olas,
van cincelando los sueños,
como formas prodigiosas.

Azota el viento a la hoja
con la fuerza de su soplo
y va flagelando rostros
sin mirar su catadura.
A la rosa no perdona
su delicada hermosura
y va volteando las hojas
en el libro de la vida.

Siembra el grano el labrador
con la fuerza de sus manos
y no perdona el calor
ni al cuerpo que va sembrando.
No transige ni el granizo
ni la tormenta se aflige
por su rotunda labor,
ni el vendaval se detiene
ante su intensa pasión.

Tormenta de fantasías
con flecos de realidad,
que en la ilusión se prodigan
para alcanzar la verdad.
Sinuosos los senderos
que conducen sin parar
a transitar los recuerdos
y en una suerte de duelo,
enfrentarse a la verdad.

Corazones que deambulan
como posesos amantes
entre grises nebulosas,
buscando amores gemelos
para encontrar el sendero
entre vidas farragosas.
Deseos que se desbordan
en los márgenes del miedo.

Laberintos que se cruzan
en el devenir del sueño,
donde las vidas se enredan
para salir del encierro.
Fibrosas encrucijadas
donde se oculta la senda
que conduce a la salida
y temores contrapuestos,
que van frenando la vida.

En las procelosas aguas
el amor flota en sus nervios
y su pasión las derrota,
como la espada al guerrero.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

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