El tiempo se detiene lento
como el sol despidiéndose en llamas
mientras los árboles
como manos piadosas
lo sostienen en el horizonte.
Otro día que se agota
entre las sombras
otro día que me gana.
El tiempo pasa lento
como el agua
del remanso.
Quizá mi vida
se detiene cada vez más
en esos detalles
brumosos del envejecer
donde la vida se hace opaca
de infinitas rutinas
en días lentos.
Pero hay algo dentro mío,
algún recuerdo intacto
de haberme enamorado
de tu mirada
y la mía cansada de años
mientras siempre te veo
como aquel día
mirándome enamorada.
Se detuvo la vida
en aquel beso
un instante.
Ha pasado el tiempo
cada vez más lento
hasta que se detenga
esa vez sin nosotros.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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