Cortecía de lo inevitable, usurpando cosas que
nunca fueron mías
e ignorante de la vida efímera sin pensar en
los contratiempos
El combustible de lo esencial de la vida se
amarga en un sin fin de momentos repetidos,
con grandes cambios y nuevas vistas pero aún
así siendo sencillamente igual.
Agobiado por la soledad que me ha hecho
crearme parcialmente a mí mismo
y el molde de aquellos que me trajeron hasta
aquí
Se desesperan las ganas de sentir todo el
panorama completo,
de que nada es errado y el equilibrio ficticio
de una mente escrita a trazos y manchones
Mi vida no tiene sentido diré yo y dirán
millones,
esto no era como yo pensaba,
me quiero ir, me ganan las ganas de no tener
más esas ganas,
de no sentir nada parecido a sentir, valga la
redundancia.
Todo eso que una vez pensaste en el refugio
que construiste en tu hogar
Todo lo inútil pero acertado de creer que todo
es minúsculo
pero aferrarse tanto a lo material, lo
emocional
y a los seres que también están encadenados a
uno.
En muchas ocasiones pienso en quien soy
realmente,
si este soy el verdadero yo,
si esto es lo que me hace bien, pero todo eso
es en vano
Tan inútil como la breve descripción de mi
persona
describiendo las secuelas de lo que antes
pensé que era,
de lo que supongo que soy e ignorando de lo
que seré mañana
Tengo más certeza de lo que no sé, eso me
confunde demasiado
Intentando superar algo que ya superé hace
unos instantes como si fuera un cúmulo ilimitado
o tal vez solo un ser inferior que con
moderado intelecto y experiencia,
intenta algo mejor en la soledad de una
habitación y la esencia de lo imaginario
Así me cree en estos años mirando la nada,
mirando más allá de lo que la gente normal
podría ver,
hablando con más voces que las personas no
podían escuchar.
Tiempos de compañía falsificada, tiempos de
reflexión con mi solo
y único ser que no solo me trajo beneficios
sino también una tracalada de cosas que no sabía
que tenía,
que no veían mis propios ojos
Soy más que Eso.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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