Duermes desnuda,
de ropa y prejuicios
y no siembran duda,
tus gratos artificios.
Virginal orografía,
proclive a avidez,
excitante en demasía,
de cabeza a los pies.
Y cual lasciva mies,
tus perfiles incitantes,
se yerguen galantes,
maná de exquisitez.
Es la noche serena,
pero con celo suda,
de excitación suprema
como tu piel desnuda.
Tu voz de fina tesitura,
magnifica los
gemidos,
cual lasciva partitura,
de clímax redimidos.
Y entre grito y sollozo,
cimbran los cuerpos,
besos, caricia y gozo,
de libidos enhiestos.
El silencio es evidente
entre suspiros quedos,
mientras aun mis dedos,
palpan tu pubis ardiente.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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