sábado, 11 de abril de 2020

EL PRIMER LATIDO.

Se abren los cielos.
Asqueado ya del conocimiento
y sus campos holográficos.
Sólo ese primer latido anhelo,
el que sigo buscando.
Esa es la gnosis,
el álgebra inconclusa,
el número de oro.
Recordar la espiral rompiéndose
como el entramado de un girasol
y un cuerpo diminuto
que no llora, inmutable, ferino,
ensangrentado ante la luz cegadora.
Primera pulsión inconclusa.
La más terrible.
Desterrado al momento de nacer,
sin piel, sin ojos, sin aliento, sin olor.
Con el agujero prematuro en el pecho
de la perpetuidad,
la memoria de lo no encontrado.
Aún sigo buscando el primer latido.
Quedé ciego por haber sido siempre
los ojos del ciego.
Vuelvo a la cápsula halógena
en cada intento …
Es el amor.
Sólo me queda la serena y terrible
convicción de saber
que siempre he sido bueno.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri   

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