Espero aquí que el llanto de las olas
me traiga aquel recuerdo del pasado
y nunca vi tan calmo el mar, a solas;
parece de llorar estar cansado.
Sentado con un ramo de amapolas
yo traje para darte ilusionado,
y solo a una gaviota y caracolas
confié que su belleza haya entregado.
Mi sangre con burbujas de cristal
pretende desde el fondo le devuelva
el brillo que borró sin dar señal.
Me iré si en el susurro de una melva
escucho con su tono angelical
te traiga yo la flor de madreselva.
Así fuese en la selva
lo mismo esperaría a tu regreso
sentado hasta morir por otro beso.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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