Enséñame a no soñarte cada noche,
para poder pensar que hay otros sueños.
Enséñame a no tratar de ser el dueño,
de cada lagrima que derramaste aquella anoche.
Enséñame que la vida tiene nombres,
que no son el tuyo junto al mío.
Enséñame que tu boca tiene frio,
y que mis labios no permiten que te asombres.
Enséñame que no he vivido en vano,
esperando
que tus manos me rozaran.
Enséñame que tus ojos de esmeraldas,
no gritaron de amor esa mañana.
Enséñame que lo eterno del pasado,
no ha podido irrumpir en el presente.
Enséñame que el futuro nunca miente,
y que a la pasión de tus besos la he soñado.
Enséñame que en un mar de adolescencia,
las decisiones son todas acertadas.
Enséñame que no he perdido nada,
y que mil fotos no juzgan una ausencia.
Enséñame como sigo sin tu amor,
porque
no aprendo a vivir en esta vida.
Enséñame como huir de tu recuerdo,
si mi amor es más grande cada día.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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