No hay caída más grata,
ni abismo tan apetecido,
que no hiere ni mata,
cayendo a tus pies rendido.
Y de
tus pies postrado,
abrazarme a tu cintura,
sin ese adiós despiadado,
que sin doler tortura.
No hay abismo más hondo,
que la hondura en tus ojos,
donde mis deseos y antojos,
no te niego ni te escondo.
Quiero estar en tu abismo,
desfiladero de tus deseos,
serte persistente ensimismo
y ansiedad a tus devaneos.
Y así: Tú y yo binarios,
en un solo cuerpo y alma,
desechar reloj y calendarios,
perpetuos en nuestro Karma.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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