Con el aspecto de una flor recién despierta
se escurren fugaces las horas, los minutos,
los segundos, las caricias de principio
a fin, como el recuerdo de ese último abrazo.
Entre un abril y cerrar de ojos,
aparecieron las anunciadas gaviotas,
encontrándose de suerte la tierra de los
náufragos,
sollozando con la soledad del nuevo tiempo,
aprendiendo del amor, desde cerca pero lejos.
Confinada la vida, en libertad el pensamiento,
arrestado el camino, el arte alzando vuelo,
lo que un día estaba perdido,
hoy se encuentra descubierto.
Volverán a pasar los años, los meses, los
días,
las horas, las historias, el llanto y las
sonrisas,
en este viaje con puntos suspensivos,
y recordaremos que la flor despierta
también dormirá para jamás volver a ser vista.
Por eso, recuérdame, no olvides que te abrazo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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