Enséñame ese mismo deseo que siento por ti, déjame
dibujar con besos todo tu cuerpo, deja que mi cuerpo se una al tuyo, que seamos
dos salvajes, que seamos conductores en un camino sin fallas, que tan solo tú y
yo seamos el dos en uno que nunca falta.
Enséñame que del placer no perdemos nada, que
seamos como el fuego ardiente, que nuestros momentos calmen las llamas; que
nuestra feroz rabia la tranquilicen nuestros cuerpos, nuestras almas; que
llevemos el éxtasis a lo extremo, donde hagamos temblar toda la casa.
No te aferres al qué dirán, haz caso omiso y
no cierres la pasión en un tabú que no hace falta, dejemos que nuestros cuerpos
hablen, ya que quieren charlas, desde el anochecer, hasta por la mañana.
Muéstrame lo prohibido que ocultas bajo esas
bragas, vamos, no seas tímida, enséñame, que tu cuerpo y mi cuerpo el placer
los llama; sé que también lo piensas, sé que también lo deseas, no esperemos más
y apaguemos este fuego, comencemos ya con esto, y seamos el dos en uno que
siempre imaginaba.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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