Noches como esta se dejó amar,
abandonada dócil a mis brazos
y me era presagio su marchar,
como al atardecer los Ocasos.
Fueron noches calmas. Serenas,
de abrazos, suspiros y promesas,
la sangre agolpaba en las venas,
cual agua de risco a represas.
Inquietaban el alma sus besos
y mi piel en su piel entibiaba,
mas horda de temores inconfesos,
quitaba la calma y la duda reinaba.
Sí: La duda de una noche más,
que inusitado pregón negaba
y desconcertaba toda la paz,
aunque en mis brazos estaba.
En mi tálamo la veía dormitar,
sintiéndola virtual como un sueño
y sin ostentarme serle su dueño,
la sentía mía y sólo mío su amar.
Noche como esta estuvo conmigo,
y la calidez de su brasa y mi fuego,
fueron a nuestras pieles Estío y abrigo,
húmedas y tersas cual rocío veraniego.
Y esta noche como otras la amaré,
dormida en mi alma y mis brazos,
y un nuevo amanecer despertaré,
en la beatitud casta de sus besos.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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