Sobre ascuas encendidas he recorrido el
sendero, dando pasitos muy lentos para escalar la montaña;
Fueron muchas las espinas y una que otra
pesadumbre las que frenaron mi paso sin detener mi camino;
Tuve unos días muy grises y algunas noches muy
claras, que formaron los cimientos para cumplir mi propósito;
Entre amigos y enemigos me tocó abrirme paso,
mientras llegaba a la cima recibí más de un codazo.
Cuando miré para atrás me estaba esperando el
diablo, al mirar hacia adelante me llamó un Ángel Divino …
Arriba de la montaña me encontré con unos
cuantos, algunos me conocieron y todos a mí se abrazaron;
En medio de aquella euforia que ocasiona
algunos logros, ignoré aquellas punzadas que adornaron mi faena …
Agradecer los demonios que me hicieron ver a
Dios, agradecer por el golpe que me empujó hacia adelante.
Cuando me encontré en la cima, sonriendo miré
hacia abajo; nada me era conocido, ni personas ni lugares …
Fue entonces cuando vi al Ángel que su mano me
extendía, me ofrecía su voluntad para atender mi destino …
Esta vez no lo seguí y me quedé en las alturas,
gozándome de placeres y también desconociendo que existen los otros seres …
Terminados ya los goces me miré y estaba sola…
y aquí estoy al pie de la loma para reiniciar la cuesta de la mano de mi Ángel.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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