El amor es el dios palpable que veo en tus
ojos.
La brisa es la unión de ambos, tan fugaz, tan
libre, tan juntos y dispersos.
Las cadenas que sostenían mis manos ya no
existen, ahora son libres de sentirte.
Sin culpar a nadie, sé que te amo y sin embargo
... llevo la culpa.
Por no poder amarte como me sentí hace años.
Soy culpable de no besarte, de no tocarte más.
Sus versos todos los días son más audibles,
menos tangibles.
Tus versos mi amor, cada día son menos
románticos.
Pero tan solo, un instante, un momento
refrescante.
Ven, mi amado, ven a mis manos que estoy
esperando acariciarte hasta que salgan nuevos amaneceres.
Ven, siente cómo extraño mis manos.
Mis dedos anhelan descubrir tus pensamientos y
hacerlos un poco menos melancólicos.
Ven mi amor, ven a mis manos para que te haga
un momento aún más volátil.
En el mar dejaré tus cartas, daré tus besos al
viento.
Quiero que vengas de nuevo, para hacerme mía.
Seamos solo tú, yo y nuestros poemas.
Sé solo la inspiración y esa gran devoción
nacida del arte.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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