El pétalo de una flor fue llevado por el
viento
al centro de la ilusión donde están las
esperanzas,
y a las islas del amor donde abunda el
sufrimiento
pues el miedo y el rencor naufragan haciendo
alianzas.
¿Qué destino lleva el aire, hacia dónde se
dirige?
El pétalo no lo sabe y nunca podrá saberlo,
pues ha caído en el suelo donde el olvido se
erige
como ese gran vencedor que nadie ha podido
verlo.
Fue parte de aquella flor, de todas la más
lozana
hermosa como obsidiana, orgullo de
invernadero,
pero un día un jardinero creyendo que era
serrana
la arrancó en una mañana y la sacó del vivero.
Pues se juntó la ignorancia con la absurda
estupidez
porque nuca supo ver la belleza de la flor,
era negro su color con delicada altivez
como una viuda mujer que vive llena de amor.
Sin piedad la deshojó y sus pétalos marchitos
han tomado el colorido que gustaba al
jardinero,
y hoy con llanto lastimero quiso juntar sus
trocitos
pero un pétalo faltó, lo llevó el viento
ligero.
Nadie sabe lo que tiene y cuando lo ve perdido
si quiere recuperarlo... ¡Tal vez reciba su
olvido!
...
Quien espera la última ola para entrar al mar,
sin duda que jamás se ha de mojar.
La ola que se aleja, ni como espuma regresa.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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