Llegaste de muy allá, no sé de qué lugar
Solo sé, que al verte me puse a temblar,
Sentimientos extraños que no puedo explicar,
No te toque, pero sentí mi cuerpo estallar.
Como tenue pensamiento, viniste hacia mí.
Estabas ahí, temblorosa en tus ojos me vi
Perdida quedé, al sentir de tus labios el
frenesí
Sin control de mis actos, a todo te dije que
sí.
Disfrute del amor en tus manos amorosas,
Solo testigos fueron, las estrellas
silenciosas,
Nos amamos sin tapujos ni normas,
Solo poseídos por el olor de nuestros aromas.
Déjame ser siempre tu condena fatal,
A mi lado disfrutaras la ternura de besar,
Siempre veras en mis ojos aquel fuego voraz,
Y de la poesía seremos su etéreo soñar.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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