Amanecer de la luz,
aurora de la ilusión
y en el alba la razón,
para seguir a las dos.
El abierto corazón,
que va ganando latidos,
el poderoso sentido,
que va creando el amor.
Trinando el ave reclama,
el aire que le sustenta,
mientras el humano sueña,
con ampliar sus prebendas.
La luz con el gris se mezcla
y una nebulosa negra,
en la vida sobrevuela,
como un halcón que la observa.
Atardecer de los sueños,
que van bordando la vida,
en la fragancia vertida,
de ilusiones y de anhelos.
La voz que ronca y sentida,
va desbrozando los sueños,
que entre rastrojos caminan,
verdes sueños, senda viva.
Amanecer del dolor,
que va mermando la vida,
más lo auténtico no abdica,
en su tenaz condición.
Dolor y vida caminan,
abrazados al amor.
Aurora en el corazón,
que ilumina a quien camina,
que renace en su emoción.
Piensa libre el pensador,
como es libre en el pensar,
quien en las dudas inmerso,
mira mucho más allá.
Secretos en la pasión,
de quien pensando libera,
las taras de la razón.
Es más sabio el labrador,
que quien presume de ciencia.
Amanecer en las sombras,
resplandor en la penumbra
y en la vida las auroras,
que en la oscuridad iluminan.
Que no se enquiste la hambruna,
en la oscuridad y la sombra.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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