Hoy tiro de mi closet
las cosas viejas,
aquello que me ha molestado,
aquello que ya no me sirve.
Los zapatos que se cansaron
de caminar conmigo, que se han gastado;
los colores viejos, desteñidos,
todo lo que perdió su brillo.
Objetos del pasado, olvidados,
si alguna vez fueron bellos,
ahora se convierten en excesos,
objetos que se vistieron de fiesta.
¿Para qué adornar ahora mi paso?
¿para qué esconder mis secretos
si tan solo con un gesto
puedo alcanzar mis sueños?
Tiro de mis cajones,
mis bolsas ya gastadas,
en ellas pongo rencores,
mentiras y fracasos.
Envases vacíos,
botellas de olvido,
si el aroma de mi alma
no necesita fragancias.
¿Para qué disfrazarme de rey
si mi corazón no necesita maquillaje?
No necesito pinturas que cubran
el paso de los años, eso es sólo el paisaje.
Me visto de esperanza,
de ilusiones, de alegría,
si tengo limpieza dentro,
no necesito más riquezas.
Lleno de colores vivos
mis ojos, de colores sinceros,
pues quien los mire por dentro,
sabrán que no necesito lujos.
Me visto de esperanza,
de optimismo,
me pongo el abrigo de la justicia,
el sueter de la concordia,
zapatos nuevos y cómodos
que me ayuden a recorrer
todo lo que aún me falta conocer.
Pongo en mi bolsa nuevos sueños,
la ternura, la inocencia,
nuevas inquietudes que me acerquen
a contemplar un futuro cielo.
Vestido de esperanza y bondad,
sonreír a los pesares y a la enfermedad,
vivir lleno de fe y confianza...
vestido de esperanza...
vestido para amar.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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