En el mar de las pasiones,
voluptuosas sensaciones,
marejadas de deseos
e impulsos devastadores.
Olas de influjos que azotan,
en las mentes y los cuerpos,
subyugando las ideas,
derribando y construyendo.
La corriente entre las aguas,
arrastra vida y recuerdos,
con penurias y alegrías,
risas, decepción y juegos.
La voz crispada en los ojos,
en los labios las desgana
e infantiles amoríos,
como volutas que bailan.
Rebrotan en los deseos,
novedosos sentimientos,
cuando es más cálida el alba,
cuando el fuego es más intenso.
Cuando cruje entre los brazos,
el agradecido cuerpo.
Brotan sentimientos viejos,
cuando el abrazo es más tierno.
Ausente queda la estancia,
en la mente que se aleja,
hacia otro plano ascendiendo.
Transcendiendo las premisas,
voraz busca el pensamiento,
nuevas ideas, nuevos sueños.
Volátil se torna el cuerpo,
que ingrávido queda quieto.
Torbellino de emociones,
que se apropia del deseo.
Devoran hambrientas fauces,
las inquietudes y anhelos,
el abrasador aliento,
que en cada latido sienten,
carnes, órganos y huesos,
entre los seres sintientes.
Amor que enardece y cura,
que apacigua y fortalece.
Amor que salva y que mima,
con el poder que transfiere.
Amor que en el verbo anida,
creciendo en su tierno vientre.
Amor, que en la criatura,
de su lógica transciende.
Vivir, cruzando la vida,
donde el amor nace y crece.
Soñar, viviendo sentida,
la realidad que acontece.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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