Cambiante viento que riza,
desobediente y rebelde,
de mil formas se revuelve,
como un reptil se retuerce,
cambiando a huracán de brisa.
Mañana no será hoy,
un instante es diferente,
en el segundo siguiente,
distinto yo mismo soy.
Bebo el agua de la fuente,
que ya no está cuando voy.
Muda del ayer a hoy,
la sangre que me concierne.
Senderos que recorrí,
pasos que no volverán,
del fracaso que salvé,
en el tropiezo aprendí.
Un instante baladí,
a beso puede cambiar,
como a calma el vendaval.
No se cansa la aurora,
de visitar la noche,
ni el amor amanece,
sin despertar al día.
No se rompe la Luna,
si un lucero fenece,
ni se cura la hambruna,
con palabras y preces.
No se torna a locura,
el amor que va y viene.
Caminante sin rumbo,
de semblante cambiante,
como una luz difusa,
que ser claridad quiere.
Dando la vida tumbos,
se corrige o se pierde,
como rescoldos vivos,
que del fuego renacen.
Muda el tiempo que pasa,
se transfigura el verbo,
permutan los deseos,
como viento que arrasa.
La pasión se transforma,
como lengua de fuego
y una sutil sonrisa,
a carcajada cambia.
Velero que seduce,
a la mar que le abraza,
como enamora el verso,
al ritmo que le pausa.
Un amor que se aleja,
otro llega con calma
y la pasión le ciñe,
para que no se vaya.
Caminante sin rumbo,
que cada día cambia.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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