Corazón de madera,
acorchada conciencia,
granítica presencia,
marmórea la existencia,
que el odio alberga.
Ira que fugaz se acerca
y lentamente se aleja.
La salvaje presencia,
que el desprecio genera.
El dolor se ha cebado,
convertido en miseria,
mentes entre grilletes,
que libremente piensan.
Sentimientos de piedra,
besos sabor a cera,
suspiros de impaciencia,
como vientos de arena.
Una ola de pánico,
se ha cruzado entre medias
y la voz se ha quebrado,
con su sola presencia.
Del infinito cuelgan,
los amores que esperan,
cual brazos extendidos,
que a otros brazos desean.
Una luz cegadora,
Ha eclipsado la esencia
y en el profundo abismo,
la realidad espera.
Amor que se condensa,
como la flor su aroma,
revirtiendo los jugos,
de la agria experiencia.
Una vida que piensa,
con el amor que llega,
saciando los vacíos,
con su sola presencia.
Corazones de nata,
como la Luna entera,
dulce beso de nácar,
que arrebata las venas.
Una pasión que llega,
como un ciclón que quema,
arrasando corduras,
con la locura impresa.
Se quedó entre dos mundos,
uno hecho de vida
otro de cartón piedra.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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