domingo, 21 de junio de 2020

CARTA DE CONFESIÓN.


Estimada:

Me entregué a la mentira al decir que te olvidé, de que ya no te extraño ni te guardo cariño y que me siento más vivo; que lo nuestro es pasado, que ya todo ha terminado, que ya no hay un "continuará" sino un punto final.

Me engaño ya que la fantasía es mejor que la verdad, porque en la realidad te reflejas en mis versos, de ti trata mi cuaderno; testigos son mis desvelos, está enmarcada soledad Perdón por la intensidad, este es mi mayor vicio: no soy tibio para amar.

No me resumo en ti porque tú eres el principio del fin, de todo lo que he sentido, de todos los gemidos, de los momentos que he llorado, de los que dormí amargado, de los que felicidad me han dado, del nacimiento y el funeral de un amor quebrantado.

Si tu amor era el mar yo era el marinero; mi nave ha naufragado en la isla del remordimiento; si tu cuerpo era mi patria, yo era tu soldado; hoy me encuentro exiliado y  esta es la condena, el destino del Amante que se enmarca en la lejanía del ser amado.

No es que quiera volver, sino que quiero iniciar otro nuevo camino que me lleve a buen puerto contigo, donde ya no me engañe y trate de convencerme de que no te quiero, de que no te extraño y que no quiero estar a tu lado;

Si ya no pertenezco más al reino de tus anhelos, de tus "te amo" y tus dulces "te quiero" déjame aquí tirado, donde siempre estuvieron tus peros. Me volveré olvido, tu te harás eternidad, en mis poemas estarás y en mis sueños quizás, tristemente célebre final para un amor sin igual.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

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