Estimada:
Me entregué a la mentira al decir que te
olvidé, de que ya no te extraño ni te guardo cariño y que me siento más vivo;
que lo nuestro es pasado, que ya todo ha terminado, que ya no hay un
"continuará" sino un punto final.
Me engaño ya que la fantasía es mejor que la
verdad, porque en la realidad te reflejas en mis versos, de ti trata mi
cuaderno; testigos son mis desvelos, está enmarcada soledad Perdón por la
intensidad, este es mi mayor vicio: no soy tibio para amar.
No me resumo en ti porque tú eres el principio
del fin, de todo lo que he sentido, de todos los gemidos, de los momentos que
he llorado, de los que dormí amargado, de los que felicidad me han dado, del
nacimiento y el funeral de un amor quebrantado.
Si tu amor era el mar yo era el marinero; mi
nave ha naufragado en la isla del remordimiento; si tu cuerpo era mi patria, yo
era tu soldado; hoy me encuentro exiliado y
esta es la condena, el destino del Amante que se enmarca en la lejanía
del ser amado.
No es que quiera volver, sino que quiero
iniciar otro nuevo camino que me lleve a buen puerto contigo, donde ya no me
engañe y trate de convencerme de que no te quiero, de que no te extraño y que
no quiero estar a tu lado;
Si ya no pertenezco más al reino de tus
anhelos, de tus "te amo" y tus dulces "te quiero" déjame
aquí tirado, donde siempre estuvieron tus peros. Me volveré olvido, tu te harás
eternidad, en mis poemas estarás y en mis sueños quizás, tristemente célebre
final para un amor sin igual.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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