Sabor a hiel,
agridulce sensación,
en una ácida emoción,
cuando se enfría el calor,
que caldea el corazón.
Si se va inclinando el fiel,
al platillo del dolor.
Verdades que se alimentan,
del jugo de la experiencia,
si es más cierta la sapiencia,
que la ignorancia que medra.
Unas gotas de paciencia,
vertidas en el amor,
un torrente de pasión,
que te arrebata y apresa.
Se fuga el color del rostro,
furtivo de la vergüenza
y en la trepidante senda,
donde camina el recuerdo,
se difuminan las formas,
como el suspiro en el viento.
Se van vistiendo de fiesta,
los amores que se fueron.
Venideras emociones,
suplantarán a las viejas
y en un nuevo amanecer,
serán distintas las letras,
de la música de ayer.
Formas nuevas,
nuevos tonos y canciones,
prematuras sensaciones,
que acudirán en tropel.
Se disuelve cada día,
un pedazo de nostalgia,
una pasada esperanza,
aquel amor que existía.
Cada momento se fragua,
con el hoy y lo que había,
y van dejando los días,
nuevos recuerdos de vida,
ilusiones que se hacinan.
Temprano se despertó,
con la frente enfebrecida,
sueños que iban y venían
y al notar la suave brisa,
de los ficticios temores,
desperezó los amores,
que anunciaban nuevos días.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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