Aún recuerdo aquel instante,
fue un segundo,
el momento en que te vi
me pareció tan profundo
que una voz en mi interior
dijo que parase el mundo.
Y el mundo se me detuvo
por un minuto
y poderte contemplar
sin volverme diminuto
ante el verde de tus ojos
y el amor más absoluto.
Se me partió el corazón
en un día,
al rozar con tu voz mi alma
y brotar de ella la vida,
como en un cuento con hadas
donde el príncipe dormía.
Aquel despuntar de llama,
ya un año,
hizo arder todos mis miedos,
voy tranquilo de tu mano
caminando por el cielo
con tu luz siempre a mi lado.
El cielo fue nuestro hogar,
toda una vida,
porque siempre te he amado
en unión del alma mía,
nuestros ojos se cruzaron
con honduras infinitas.
El morirme no es la muerte,
la eternidad
nos envolvió para su suerte
más allá de toda edad,
porque quien ama no muere
siempre que ame de verdad.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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