Al fin y al cabo no importa
qué barca habré de tomar
lo que importa es navegar
por esta vida tan corta,
quiero mirar las auroras
mientras soy yo el capitán
de un gran barco de cristal
que lleve amor en la proa.
Y tendré como timón
algún halo de la Luna
mientras me canta una Tuna
la más hermosa canción,
y al mirar el resplandor
que le salpique a la espuma
la inspiración de mi musa
se detendrá mi reloj.
Quién del tiempo necesita
cuando se está navegando
y por tal me estoy tardando
para llegar a la cita,
porque ya la muerte mía
me espera junto del faro
el que se encuentra apagado
y alejado de la brisa.
Pues la vida se me acaba
y el mar se me hace pequeño
me espera el eterno sueño
en donde el ancla se clava,
de la aurora a la alborada
existe solo un momento
por tal seré un marinero
que no sabe si naufraga.
Partiré al anochecer
para mirar las estrellas
y empezaré mi epopeya
bendiciendo a la mujer,
a dónde iré no lo sé
mas la vida que me queda
para mi será un poema
y en un verso moriré.
Mi barca está en alta mar
no sé lo que ha sucedido
ya todo quedó en olvido
nada puedo recordar,
aquí no existe maldad
aquí no existe el destino
la muerte no tiene ruido
hay tan solo una Eternidad.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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