Nunca puedo ser más yo que cuando escribo.
Oculto entre mis dedos se encuentra el afán por escribir, por escapar, por
volar, por llenar el aire de ilusiones, en un lugar donde un nuevo mundo cobije
toda la pasión que alberga mi sentir.
Cuando cierro los ojos, el mundo me llena de
historias, duermo caminando, despierto en locos sueños, giro en el aire y
desaparezco como la luz.
Escribir es oxígeno para mi ánimo, es ver
salir a la luciérnaga desde un sueño para descansar en mis manos, rompiendo las
leyes de lo onírico. Escribir es el motivo para que mi corazón no se detenga cuando
se queda gris, es un sentimiento sutil, agraciado, luminoso, un bello bailar
eterno, entre las hojas y un hermoso día de otoño.
Dibujar con palabras, es como hacer garabatos
en un espacio vacío, y pedirle a la brisa que lo deje flotando un breve instante
ante la levedad de mis ojos. Es como hacerle una mueca al destino, para
adentrarme en los insondables misterios que la vida tiene reservado a los ojos
que se animen a escudriñar en el tiempo que vendrá.
Pintar con palabras, es como ayudar a la
primavera a poder elegir sus colores, logrando crear cielos inéditos, con
praderas tan verdes como el jade, donde la vida sea un placer vivirla.
Nunca seré más yo que una palabra salida de
mis propios estadios de lucubración donde nace la esencia que define mi ser. Mi
mundo está definitivamente oculto entre mis dedos y mis palabras … siempre lo
estuvo.
Nada puede excitar más mi espíritu, que buscar
palabras en lugares sublimes donde seres inmensos y majestuosos dejaron su
escribir. Idolatro con toda la fuerza de mi alma y mis ser estas bellas
expresiones de arte que recorren todos los tiempos, todas las almas, y todos
los corazones puros de la existencia humana.
De esta manera me nutro, renuevo mi sangre,
mis venas arden de pasión, se emociona mi alma toda, luego, mi espíritu cabalga
por cada hoja que recorren mis dedos, buscando simplemente maravillarme, con
algún garabato atrapado entre la imaginación y algún sueño que todavía late en
alguna hoja en blanco.
Un mundo en el que puedo ingresar solo
moviendo mis manos, un mundo donde la magia comienza … entre mis dedos y mis
palabras.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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