miércoles, 17 de junio de 2020

ENTRE DEDOS Y PALABRAS.


Nunca puedo ser más yo que cuando escribo. Oculto entre mis dedos se encuentra el afán por escribir, por escapar, por volar, por llenar el aire de ilusiones, en un lugar donde un nuevo mundo cobije toda la pasión que alberga mi sentir.

Cuando cierro los ojos, el mundo me llena de historias, duermo caminando, despierto en locos sueños, giro en el aire y desaparezco como la luz.

Escribir es oxígeno para mi ánimo, es ver salir a la luciérnaga desde un sueño para descansar en mis manos, rompiendo las leyes de lo onírico. Escribir es el motivo para que mi corazón no se detenga cuando se queda gris, es un sentimiento sutil, agraciado, luminoso, un bello bailar eterno, entre las hojas y un hermoso día de otoño.

Dibujar con palabras, es como hacer garabatos en un espacio vacío, y pedirle a la brisa que lo deje flotando un breve instante ante la levedad de mis ojos. Es como hacerle una mueca al destino, para adentrarme en los insondables misterios que la vida tiene reservado a los ojos que se animen a escudriñar en el tiempo que vendrá.

Pintar con palabras, es como ayudar a la primavera a poder elegir sus colores, logrando crear cielos inéditos, con praderas tan verdes como el jade, donde la vida sea un placer vivirla.

Nunca seré más yo que una palabra salida de mis propios estadios de lucubración donde nace la esencia que define mi ser. Mi mundo está definitivamente oculto entre mis dedos y mis palabras … siempre lo estuvo.

Nada puede excitar más mi espíritu, que buscar palabras en lugares sublimes donde seres inmensos y majestuosos dejaron su escribir. Idolatro con toda la fuerza de mi alma y mis ser estas bellas expresiones de arte que recorren todos los tiempos, todas las almas, y todos los corazones puros de la existencia humana.

De esta manera me nutro, renuevo mi sangre, mis venas arden de pasión, se emociona mi alma toda, luego, mi espíritu cabalga por cada hoja que recorren mis dedos, buscando simplemente maravillarme, con algún garabato atrapado entre la imaginación y algún sueño que todavía late en alguna hoja en blanco.

Un mundo en el que puedo ingresar solo moviendo mis manos, un mundo donde la magia comienza … entre mis dedos y mis palabras.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

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