Lo miraba fijante
Aquella dama ilusa
Y creía ser su musa
Pero en realidad solo era
Una pequeña intrusa.
Era blanca y fría,
Y tras varios rayones,
Es hermosa él decía.
Poco a poco sonrojada
De aquel artista enamorada.
Él tomaba acuarelas y pincel,
Empezaba su trabajo cauteloso,
Aquella imagen cariz y perturbada,
que el mínimo detalle se miraba.
Parecía observarlo atentamente
Con aquellos grandes ojos pardos,
Que él le dibujó solemnemente,
Para ella cada pincelazo se sentía
Como se siente la poesía
En boca de los mejores bardos.
Una imagen aliciente,
Para aquel amor reciente,
Aquella dama acendrada,
A la perfección pintada.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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