Viajando al interior,
con las manos desnudas,
sin fronteras la mente,
tranquilo el corazón.
La mirada se cierne,
sobre el centro, sin dudas
y aliviando el camino,
unos labios sin voz.
Se ha enquistado el recuerdo,
primitivo y tenaz,
de grises se han vestido,
los sueños al azar,
una cruel pesadilla,
se ha vestido de blanco,
bañada en el sudor,
como un blanco sudario.
Se va acercando el tiempo,
con la risa fingida,
de un cómico burlón.
Se ha asomado al alféizar,
del tiempo que pasó.
Una vida atrevida,
se ha aferrado a la brisa,
para volar mejor.
La cordura se afana,
en burlar el dolor,
pero una voz susurra,
en la apacible calma,
que hay un riesgo mayor.
La locura se aferra,
cual garfio a la razón
y en un alba temprana,
convivirán las dos.
Aves que en la bandada,
sin rozarse aletean,
un principio y un fin,
sus plumíferas alas,
al final llevarán.
Cada cual con su trino,
buscando un nido al fin,
en la misma asonada.
Viaja al núcleo el saber,
que a todo el orbe alcanza,
con la osada esperanza,
de aprender a vivir.
El amor le acompaña,
de la mano hasta el fin.
La mente apasionada,
busca amores sin pausa,
a un hermoso final.
No se vende la aurora,
ni se compra la paz.
No se vende el pensar,
ni se compran las almas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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