jueves, 18 de junio de 2020

SE MEZCLAN LOS OTOÑOS.


Ahora vengo yo
estático como la tierra
cuando empieza el otoño
y se desnudan los árboles
con las yerbas secas
y queda la tierra inmóvil
mientras el río
mueve sus aguas
viviendo hacia el mar.

Gritan las flores
silban los vientos
y la quietud madura dentro.

Todo vive
como el fuego en la música
o se rizan arenas
como dunas pequeñas.

Se ensalza tu boca
cuando brillan tus ojos
en el plano amoroso
en la unión de los cuerpos.

Entrelazan raíces
tierra adentro
en el mar de las sombras
otoños oscuros
con largada del tiempo.
Las nubes delgadas,
cirros entre rejas,
mueven caminos sin saber
(nunca lo saben)
donde está la meta.
Grietas nuevas
entre el frío y la niebla
o cuando silba el cierzo
formando remolinos
con hojas viejas.

Esqueletos vivientes
subyugados por hacha
árboles ascetas
en meditación profunda.
Se adelanta la noche, precisa,
con sus luces de velas
todo está en calma
la tierra medita silenciosa.

Los ríos andan bulliciosos
siempre hacia su meta
que con murmullo buscan
todo lo que no ven y se preguntan.
Aguas inteligentes
ponen espejos plateados
para que la luna refleje
su estática mirada.
En sus combates distraída
entre las nubes y sombras
la tierra que está enjuta
anda reservando energías
para dar la nueva vida.
Transcurre un otoño completo
con todos sus elementos.
La tierra con voz ronca y renovada
canta con alabanzas en la opacidad de la niebla.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

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