Me callas con desdén, sin corazón,
como furiosa en un brocal hundido;
yo, llorando una pena adolorido
la bruma me levanta el desazón.
Tu desdén gime cándida pasión,
y mi llanto se torna colorido,
que andaba, con mi corazón partido
y forra alegremente mi razón.
En luna vieja y noche siempre oscura,
con lágrimas en las entrañas ando.
Grisácea colibrí eres que ando amando.
En mi alma siento la pasión arando,
por eso centellea blanca y pura,
y un pájaro en mi corazón murmura.
El corazón más profundo,
tiene nombre, es la bondad,
y el que la tiene en su mundo
es por su gran amistad.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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