Sueña,
quien despierto sabe,
que la ilusión es efímera.
Vive,
quien durmiendo sueña,
que del saber nada sabe.
Sueña,
quien viviendo anhela,
lo que no tiene a su alcance.
Pero,
soñando y viviendo,
todo se torna alcanzable.
Caminos intransitables,
plenos de trampas y aranas,
pletóricos de promesas
y de ensoñaciones vanas.
Roja sangre que enrojece,
con el amor que fenece,
cortina de humo que oculta,
la riqueza que subyace.
En el rincón de vivir,
el amor siempre hace hueco,
con la plenitud auténtica,
crecida por el deseo.
Pletóricas de cariño,
en un rincón se desbocan,
con el calor en el alma
y calentura en los huesos.
Sueña,
con más poder el más rico,
sueña con medrar el necio
y en el centro se debaten,
la sabiduría y el verbo.
Vive,
quien viviendo sigue,
a pesar de sus encierros
y viviendo se desvive,
por ayudar al más viejo.
Sueña,
quien pasando hambre,
sigue teniendo respeto.
No cambia de forma el viento,
transparente se enamora,
de los más raros objetos.
La vida es un devenir,
de procelosos momentos,
algunas veces reír
o aguantar el aguacero.
Siempre sorprende vivir.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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