miércoles, 22 de julio de 2020

NO COBRA NI TIENE PRECIO.


No se compra lo importante,
en la sencillez se nace,
no hay precio para el talento,
ni se paga el sentimiento.
Crece sabio sin patente,
quien de lo sencillo aprende.
No se arregla con dinero,
lo que estropea el indecente.

La vida sigue inclemente,
tozudamente anfitriona,
de lo que crece y fenece.
No cobra por ser clemente,
pero castiga a quien miente,
al traidor y al delincuente.
Con el tiempo se fusiona,
como un solo ser auténtico.

En su sencillez deslumbra,
la flor mostrando sus pétalos,
sobre su elegante tallo,
aupándose sin recelo.
No cobra por ser tan bella,
ni a su aroma pone precio,
se ofrece sin más, sin sombras,
dando lo veraz y bello.

Siembra de vida la vida,
no cobra por la semilla,
que en la tierra va creciendo,
no importa el lugar que preña,
si es vergel o si es desierto,
la esencia la deposita,
sin facturar su desvelo,
no cobra por lo que brilla.

El amor lo lleva dentro
y de forma gratuita,
riega con él los senderos.
No sabe de cuotas fijas
y desconoce el dinero,
en cada cuerpo que anida,
deja un regalo sincero,
una flamante reliquia.

Camino que se transita,
con el saber y el talento,
dando sin pedir la esencia,
de lo que lleva por dentro.
Caminante sin retorno,
que va dejando en sus pasos,
de su corazón pedazos
y en cada huella su aliento.

Gratuitos son los brazos,
que acunan en su regazo,
a quien llora y a quien sufre.
El valor así seduce,
por su generoso celo.
No tiene precio el amor,
que sinceridad trasluce,
que en un abrazo se funde.

Es gratis todo lo auténtico.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

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