Hay un barrio del que todos musitan,
allí afloran los sentimientos al aire y sus
voces emanan
de los jazmines que con alegría perfuman los
patios.
Allá se adormilan los poetas con sus tintas en
la madrugada
acicalando sus glorias, sus leyendas, su
manera de sentir.
Las aceras están embrujadas por suspiros de
miel que empapa el aire
y en su gracia flamenca taconean bajito y sin
prisas las rimas,
sus manos se retuercen entre oles de solería
y el tablao se funde entre mil guiños.
Hay una esquina entre el alma y el pecho,
donde transito como un duende entre el todo y
la nada,
los versos como el río refresca con aromas al
pensamiento,
que tímido se sonroja y resbala con su lágrima
la emoción,
las castañuelas arden de pasión entre tu mirar
y mi fuego.
¡Ay amor! la poesía anda joven enredada entre
renglones
de una tinta manchada del mismo arco iris que
colorea el ser,
tentaciones en este mar de sueños, pesares,
dudas, tormentos
y esa alegría de vivir.
Hay un barrio donde se respira la aurora,
latido de corazones,
los sonetos tiemblan por surgir en las arrugas
y en los pliegues de esos volantes,
que entre giros te hablan de amores, de pasiones,
de olvidos y presentes,
ese viejo barrio donde se palpa el infinito en
la mueca de unos labios,
donde clandestina se lee la suerte en las líneas
de unas manos.
Calle de poetas, vino y cante rojos claveles
errantes.
libros abiertos colgados como sombreros,
abanicos al viento,
es la calle de esos grandes poetas y yo
caminando voy por ella
entre sus vocales, sus versos, sus cantares.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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