En el corazón del verso,
la esencia viaja sin prisa,
hacia el exterior se eleva,
cual aromática brisa.
La voz hundida en el pecho,
para que el genio reviva
y en el centro del aliento,
sea la verdad su cautiva.
Espeso el aire se afana,
en suspirar más deprisa,
mientras el alma se agita,
presa de un temor incierto.
El valor al miedo gana
en la batalla del verso.
Así el temblor se disipa,
entre ideas y recuerdos.
Lentamente se acercaba,
silencioso, de puntillas
y al calor del pensamiento,
buscó el verso que deseaba.
En el fondo el sentimiento,
recluido se agitaba,
con cada sutil concepto,
al socaire de su trama.
Lecciones te da la vida,
con machacona insistencia,
no vale solo la ciencia,
para ganar la partida.
El secreto se desliza,
entre arcanos recovecos,
sin pausa, pero sin prisa,
en una inquietante calma.
O a gritos, así reclama,
su inexorable presencia,
en las voces y en los ojos,
con tan feroz insistencia.
La inspiración casi asoma
o tal vez, que ya no llega.
Una luz parpadeante,
en una efímera idea.
Sabe en el amor que existes,
pues te persigue y te acecha
y en los versos te reclama,
con su infinita existencia.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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