viernes, 7 de agosto de 2020

CANCIÓN DEL AMOR SOÑADO.

Con alma desnuda y limpia

le ofrecí mi amor gigante

que vibraba trepidante

en mi numen soñador.

Era mi pasión la lumbre

que iluminaba el camino

que marcaría el destino

de aquella ilusión en flor.

 

Escribía mis poemas

con la brisa del anhelo

que me hacía ver el cielo

con magnífico esplendor.

Mis rimas iban labradas

de místico sentimiento

que viajaba a sotavento

en la barca del amor.

 

De los rayos de la luna

extraía cada verso

que pintaba mi universo

lleno de luz virginal.

Mi corazón de poeta

la miraba insuperable

con la sonrisa impecable

de un arcángel celestial.

 

En mi sueño contemplaba

su mirada tan serena,

que cual bella Thania

mis venas hacía arder.

En su cuello alabastrino

su negro pelo caía

donde brotaba poesía

que inspiraba gran placer.

 

Ella fue la bella diosa

que soñaba conquistar

y por siempre venerar

con el fervor más ardiente.

Mi deseo era tener

sus hechizos florecidos

escuchando los latidos

de su cuerpo efervescente.

 

Pero a veces en la vida

los sueños tan solo son

la romántica canción

del corazón solitario.

Se perdieron entre brumas

los fulgores del encanto

que fuera el precioso manto

que me sirvió de sudario.

 

Con el viento se marcharon

las esperanzas forjadas

que nacieron esmaltadas

por un inmenso querer.

Mi lira una vez sonora

ha quedado muy silente

por la gran pena inclemente

que ha destrozado mi ser.

 

Ahora como un zenzontle

cuyos trinos se rompieron

porque al dolor sucumbieron

cansados ya de llorar;

paso el tiempo meditando

en lo amargo de mi historia

que guardaré en la memoria

como el más triste soñar.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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