Ella, elegante y hermosa,
muy dulce con su palabra
y con su aroma de rosa,
hace que el corazón se abra.
Lucerna como una estrella
con su luz mucho ilumina,
los ojos en faz tan bella
y el alma de amor fulmina.
La miras y te enamora
la sientes siempre cercana,
su tenue sonrisa aflora
y el alma tuya engalana.
Su letra es tan especial
como brisa que refresca,
el agua del manantial
en cascada gigantesca.
Como una fiel tejedora,
tejiendo hilos de colores,
zurciendo va encantadora
los versos llenos de amores.
La lees y te alimenta
extasiando tus sentidos;
y la vida complementa,
con paisajes coloridos.
Dueña de imaginación
va ardiendo con sus deseos,
que provocan la pasión
y lascivos coqueteos.
Muchas veces va cansina
desbordando su interior,
con la palabra mohína
liberando su dolor.
Ella está comprometida
con la verdad y el amor;
y la justicia es florida
con sus versos y el candor.
La ensalzan muchos poetas
con letras enamoradas,
otras son como saetas
en la conciencia clavadas.
Es sutilmente capaz
en las manos de artesanos,
va esculpiendo pertinaz
denunciando a los insanos.
Ella no calla su voz
cuando existe la injusticia
y su batalla es feroz
luchando por la justicia.
¿Quiénes la conocen a ella?
Muchos advierten su encanto,
porque va dejando huella
con amor o desencanto.
A veces muy malquerida
si su palabra lastima,
cuando ella no da cabida
que a pobres se les oprima.
Tiene carácter, no es débil
y por eso es perseguida;
pero aunque su paso es flébil,
de amor va llena su vida.
Ella, tenaz e insumisa
vuela libre como garza
y en su vuelo ella precisa
que todo el sentir se esparza.
Calíope la declama
con su voz angelical;
Clío, sus letras proclama
y Erato, su amor leal.
Euterpe, canta contenta
con propiedad musical;
Tersicore, en danza alienta
a Urania, la celestial.
Polimnia, es canto sagrado;
Melpóneme, la tragedia
del presente y del pasado;
y Talía, la comedia.
Son todas ellas las musas
de la Grecia más antigua,
llenas del amor e ilusas
como la historia atestigua.
Y… a quien negaba su esencia
siempre, incluso, desmentía;
y aclarando su presencia
dijo: ¡ella, es la Poesía!
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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