domingo, 23 de agosto de 2020

DE LAS VOCES EL SILENCIO.

De la estruendosa voz,

que en el silencio nace,

callada vive y se hace,

en la paz de su mansión.

Un dormido diapasón,

que no vibra sino yace.

 

Del sonido comprimido,

en un vacío interior,

latente como el olvido,

vive y crece cual rumor,

que en el viento se deshace,

como un beso sin amor.

 

Silencio grito el cantor,

cuando cantaba por dentro,

del interior de su pecho,

solo un hilo vibra incierto.

El silencio se abrochó,

el gabán de sus deseos

de la armadura saliendo,

cantó el poeta a viva voz.

 

Silencio espeso en la sima,

donde ni el viento se arrima,

la oscuridad y el silencio,

bailan sin son y sin brillo,

mientras la vida continua,

en su torbellino interno.

La voz se ha quedado huera,

de tanto gastar su acento.

 

Canciones piensa el silencio,

en su perfecta guarida,

donde solo vive el tiempo.

De la tristeza se olvida,

cuando la voz torna a trueno,

que entre sus garras anida.

Respeto y valor conjugan,

el verbo amor como un verso.

 

El silencio se hizo eco,

para llegar el primero.

De la verdad que se grita,

nace el silencio sincero,

cuando la vida se agita,

por el odio y el desprecio.

La voz, así se marchita,

cual amor que vive huyendo.

 

Palabras que van pasando,

de boca en boca, en secreto,

murmullos entre las notas,

titilando entre desvelos.

En la mirada el silencio,

para sentir que palpita.

Un nota discordante,

da al traste con su talento.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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