Esos besos que siempre quise darte,
aún descansan en el lecho de mi boca,
con la esperanza vívida aunque rota,
de que pueda algún día al fin besarte.
De que pueda con mis manos dibujarte,
largas líneas de caricias en la piel
y probar la dulzura de la miel
de esos besos que tanto quiero darte.
Mas tornase mi empeño en imposible
cada vez que llego hasta tu frente,
y balbuceo palabras incoherentes,
y gélidas mis manos no te alcanzan.
Es el temor a tu rechazo quien me aparta
de la dicha de algún día poseerte.
Será que es tan pequeño mi valor,
que teme a tu desdén y a la derrota,
que en su pensar la posibilidad no toca
de que me des una respuesta positiva
que una tu vida con mi vida,
que junte al fin, tu boca con mi boca.
Me aniquila pensar que por mi miedo,
sea el tiempo quien te aleje de mi lado,
y que en el futuro mire a mi pasado
pensando arrepentido en cuanto quise amarte,
en esos besos que siempre quise darte,
en esos, que por cobarde no te he dado.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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