Germina un poema en cada uno de tus pasos;
y posteriormente crece como hiedras viles
tomando mis manos, haciéndolas serviles,
sonámbulas, sin albores, y sin ocasos ...
No hay nada de mala suerte;
la opacó tu resplandor ese,
que me ciega al verte
yendo a tientas sin temor.
¡Mírame y dime qué ves en mis ojos!
¿Quizás es melancolía añejada?
o sólo aprecias cuándo me sonrojo;
intentando mantener la mirada ...
Sea lo que sea que veas
nada de eso podrá impedir.
Este fuego y su resurgir
va contra vientos y mareas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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