martes, 25 de agosto de 2020

MARIONETAS SANTIMBANQUIS.

Como una hilera de hormigas,

los recuerdos se suceden,

caminando cual reliquias,

que igual que se van, se vienen.

Rimeros de pensamientos,

como frías estalactitas,

como rosarios de tiempo.

Así, sin pausa desfilan,

como un caótico ejército.

 

Asfalto que encubre el cuerpo,

de la tierra que nos mima,

camuflando los olores,

que acuden a la memoria,

a tierra mojada y nítida,

terrosa manta dormida,

donde reposar los huesos,

verde pradera nostálgica,

de amores que se subliman.

 

Como un torrente se agolpan,

cascada de mis desvelos,

abalanzándose en tromba,

fagocitando mi tiempo.

Regueros de sensaciones,

entre los duros cimientos,

de sus marmóreos deshechos.

La piedra cubre la esencia,

que va creciendo hacia adentro.

 

Cataratas que me arrastran,

hacia atrás, en el recuerdo

y van saliendo regueros,

del pensamiento que brota.

Salta la Luna en la noche,

buscando la madrugada

y reposando en la almohada,

se quedan los sentimientos.

El amor se va fraguando,

en la hoguera de los sueños.

 

Jardines de las nostalgias,

donde los jazmines gimen,

colgadas como guirnaldas,

las evocaciones ríen

y van cubriendo de rosas,

el manto de los recuerdos.

Grácil sonrisa que acude,

como un saltarín travieso,

perdido entre los helechos.

 

Besos como manantiales,

de cristalinos deseos,

que como saltos de agua,

se precipitan sin miedo.

Efluvios primaverales,

de arrebatos y de anhelos,

buscando crecer al Sol,

madurando en los recuerdos.

Como fotogramas pasan,

del film que se crea dentro.

 

Corazones que aparecen,

procesionarias sin tiempo,

vertidos como riachuelos,

como fantasmas etéreos.

Telas de araña zurcidas,

para atrapar los recuerdos,

marionetas, saltimbanquis,

bailando entre los espejos,

quedó prendido el deseo.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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