En el filo de la vida,
se debaten los valores,
en un hilo sostenidos,
sobre la daga prendidos.
Traiciones, odios y amores,
respeto, alegría y ritos.
En el filo de los sueños,
bailan ideas y acertijos.
El verso rodó en el alma,
como si fuera una lágrima,
de dolor y amor unidos.
Una palabra que vuela,
que sobrevuela el sentido,
la voz cascada en los labios,
atravesando el sonido.
Un sueño, que sigue vivo.
Recuerdos en el baúl,
repleto de viejos mitos.
Senderos por descubrir,
de conocimiento ahítos.
Amor como un suvenir,
que la moda se lo lleva.
Una ropa que vestir,
para tapar lo que queda.
Amores de corazón,
como huellas indelebles,
grabados a fuego son,
muescas en una emoción,
que llega y nunca se pierde.
Camina, camina siempre.
Zancadas gruesas y finas,
pinceladas en la nieve.
Se fue arrugando la piel,
pero tensa la sonrisa,
un alegre cascabel,
en sus armoniosas rimas.
Que no sean de oropel,
las verdades que prodigan,
que no sea su sabor a hiel,
ni sus manos recias limas.
En el filo del placer,
se balancean las vidas,
columpios en el saber,
que igual que vienen se van,
en una noria infinita.
Amor de cimientos firmes,
aferrado al corazón
y a la mente que cautiva.
Agridulces alegrías,
sabor a harina y a sal.
Solo el tiempo fiel camina,
en su eterno caminar.
Olores en las imágenes,
que en las mente se reavivan,
como un aroma real.
Verso que nunca claudica.
Marcharon cosas sencillas,
arrastradas como astillas,
por un destino viral.
Añicos en el morral,
de pasadas pesadillas.
Una flor que contemplar,
por unos ojos que brillan.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.
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