lunes, 10 de agosto de 2020

VENUSTO.

Hoy vengo a relatar

lo más increíble que se pueda contar

un milagro divino, un premio al azar;

majestuoso, predilecto que hasta has de dudar.

 

No hay más bella creación

que la que aprecié ese día,

ha llegado a la perfección

¡más que la quinta sinfonía!

 

Tus oídos hipnotiza

con tan hermosa melodía,

una voz tan preciosa

que cuando escuchas hechiza.

 

Su exacta figura se quiso copiar

el gran Miguel Ángel fracasó al intentar

pues tal belleza no se puede igualar,

así fue como Donatello se rindió a la par.

 

Un rostro que irradia paz y tranquilidad,

ni Velázquez ni da Vinci han podido pintar,

tampoco Dalí la ha pintado en la inmortalidad

y su malogro ¡devasto! no es de ocultar.

 

Mis lágrimas caen por no poder estar

todos los días de tu mano enfrentando tempestad

y te veo y no lo creo que pueda existir

tal perfección inmensa con quien he podido coincidir.

 

Venusto mirar con el que me fascinaste,

venusto caminar con el que me interesaste,

venusto hablar con el que llamaste,

Venusto tú, amor mío, con el que me atrapaste.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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