martes, 1 de septiembre de 2020

EL AIRE QUE LLEGA.

Desperté a la vida, otro día en curso,

para muchos hastío, desesperanza y miedo,

para mí, un compromiso, un nuevo reto,

nueva aprobación del sufrimiento.

 

Renacer cada día, de la pudorosa fragilidad,

encontrar, la armadura para el alma.

Trozos de ternuras, pasiones y metas,

alegoría variadas, para esta penosa batalla.

 

Por un instante, vi tu rostro y te amé,

te reconocí, como mi yo desvanecido.

Hoy pienso en ti, bajo el llanto de una nube,

etérea sonrisa, brotando de un ilusorio rocío.

 

Me derramo oxidada, por el paso del tiempo,

nuevo sentir, en estas garras del infierno.

Pasión sin freno, cercana a expandir,

infames desventuras, de un palpitar ciego.

 

Me apresuro, a respirar el aliento de la vida,

a plastificar, mi envoltura contra la hora febril.

Plena de valor, miro el mundo a través de una mascarilla,  intentando resplandecer para ti.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

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