miércoles, 21 de octubre de 2020

ESTELAS EN LA ROCA.

Tiempo, juez inapelable,

devorador de emociones,

verdugo de las acciones,

que se sostiene y transciende.

La recia severidad,

en su justicia inviolable,

marca el antes y el después,

no frena ni se detiene.

 

Puentes tiende la cordura,

cruzar sin miedo la senda,

claroscuro en la negrura,

corazón que late y tiembla.

Tierra fértil, madre nuestra,

inmersa en la calentura,

de la palpitante esencia.

Sueña el ser que vive y piensa.

 

Libertad gritó el halcón,

en su elevada atalaya,

nube oscura que arrebata,

denso olor en la volada

y una niebla que le abraza,

en su majestuosa estampa.

En su volar pertinaz,

libera su propia alma.

 

Canta el cantautor sangrando,

de puro dolor declama,

ronca voz que se derrama,

como un manantial que habla.

Las cuerdas de la garganta,

tensas como cimitarras,

vibrando al mundo reclaman,

la justicia necesaria.

 

Las penas son de nosotras,

de las almas que soportan,

brazos que se caen al suelo,

sobre el asfalto que abrasa.

Canta sobre el mudo acento,

la soledad que la embarga,

y no se detiene el tiempo,

aunque la tormenta amaina.

 

En las lágrimas del mundo,

se bañan la alegrías,

sonoros son los sollozos,

que albergan nuevas heridas.

La tierna voz del retoño,

se golpea con la codicia,

y va dejando rodadas,

el amor de cada día.

 

La carretera es muy larga,

empinada y pedregosa,

pero la fuerza es muy grande,

y el ímpetu se desborda,

Nuevos caminos y viejos,

como estelas en las rocas.

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