Como dos rosas
nos conocimos en el jardín,
yo ansiosa de tocar tus labios,
tu deseoso de sentir mi piel.
Pasaban los días
y te empecé a querer.
con tu dulzura me enseñaste
que aun puedo valer.
Una mañana
me arrancaron de raíz,
al ya no verte
empezó mi sufrir,
me pusieron en un florero
lejos de ti,
y yo muy despacio
empecé a morir.
Al poco rato
te encontrabas ahí,
los dos muy juntitos
permanecemos asi,
yo abrazada a tu cuerpo
me siento feliz,
esperando el momento
de amarte sin fin.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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