domingo, 18 de octubre de 2020

LA VIDA EN UN CARRUSEL.

Dicen que soy verso libre,

porque transito caminos,

que otros no quieren pisar,

en los ojos llevo escrito,

las sendas que hube de hollar.

Enrevesados senderos,

vados, atajos y riscos,

como ciegos laberintos,

como simas en la mar.

 

La senda se ha de pisar,

hollar sin pausa el camino,

vagar por los vericuetos,

sentir en el rostro el viento,

bebiendo de los instintos,

sentir el fuego y el hielo,

vivir desde fuera a dentro

y desde dentro manar,

como un ágil riachuelo.

 

Precio de la libertad,

azotado y deprimido,

volteado por los caminos,

a veces, sin rumbo fijo,

entre verdad y mentira,

entre calma y saciedad.

Libre el pensamiento anida,

inmerso en el laberinto,

donde se odia lo distinto.

 

El pasado claroscuro,

recuerdos a contraluz,

tensos o amados momentos,

entre la sombra y la luz.

Temblor de íntimas fibras,

vaivenes de la razón,

en contradicciones vivo,

como libre pensador,

el aliento que respiro.

 

No amo riquezas ni honores,

vivo sintiendo dolores,

del hambre de los demás,

la injusticia que se adentra,

en lo profundo del alma

y algunas o muchas lágrimas,

cual discurre un manantial.

Amar lo bello y minúsculo,

admirando a quien se da.

 

Volver sobre viejos pasos,

que a veces, nuevos parecen,

entre paseo y paseo.

Ver la vida entre los sabios,

colmar de auroras los labios

y en el silencio pensar,

forjando lo venidero,

que viene a mi sin parar,

a mi encuentro, que lo espero.

 

La vida en un carrusel,

en un bucle que te abduce,

de cartones y oropel,

con un mundo sumergido,

donde la prisa es la ley.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

No hay comentarios:

Publicar un comentario