Los árboles ya no se mueven
y el sol tampoco descansa
el viento ya no se siente
las hojas ya no se arrastran.
La gente ya no camina
los pájaros ya no cantan
el silencio atemoriza
la vida quebrantada.
El dolor que incinera
la boca que ya no habla
los ojos tristes a la arena
opacos, miraban, lloraban.
Con soledad de compañera
una taza vacía tocaba
la música triste suena
y ella, en silencio recordaba.
Un amor que ya no existe
eterno estará esperando
aquí hecho sus raíces
y ahora, cuánto es extrañado.
Siempre contigo no existe
palabras que se llevaron
el viento y las sombras grises
dejando la hiel y el llanto.
Siempre contigo y te fuiste
aquí por siempre, estaré esperando.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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