Se va diluyendo como arena,
entre los finos dedos de ternura,
la débil y vital vida que muda,
cayendo cual cascada que termina.
Amor y pena, unidas a la vida,
un aluvión de sentidas experiencias,
viviéndolas sin pausa, una a una.
Procelosa y arriesgada singladura,
cargada de pasión y de aventura.
La noche misteriosa y cristalina,
sobre la faz dormida se desnuda,
de argentaria pasión vive en la cuna,
la voz de la prolífica conciencia.
Aviva con su luz la misma ciencia,
excita con su luz a la criatura,
reaviva los misterios de la vida,
en el seno brutal de la inconsciencia.
No cabe en el amor tanta inocencia,
como en la vida inocente que retoña,
sollozos que descubren la experiencia,
golpes de realidad que se desbordan,
bofetadas de dolor y de existencia.
Crujiendo va creciendo sin retorno,
la vida enamorada entre tinieblas,
no sabe el corazón que vive y sueña.
De controversias la mente se desnuda,
y se viste de saber y de ignorancia,
va tejiendo la vida sus falacias,
en la terca pasión de la criatura.
La vida de alegrías y fatigas,
que intransigente y terca, muta y muda.
Amores del revés entre las dudas,
amores de cartón Y de prestancia,
amores de saber y de ternura.
Se ha quedado la luna sin la bruma,
se ha asomado el amor a la ventana,
y es tanta la pasión, que se demuda,
el rostro a tal visión y tan temprana.
Amor ungido de mente y corazón,
amar sin ruido y en realidad callada,
como un amanecer que se levanta,
como un atardecer que se desnuda.
Amor sin más, Amor desde la cuna,
amor entre las luces y las sombras,
amor sin compasión que te arrebata.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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