Maldita la riqueza,
que la miseria inspira,
poderes que arrebatan,
la dignidad y la vida.
Una hoguera infinita,
en los pechos se gesta,
gritos desde el silencio,
llamando a las conciencias.
Las gargantas se abren,
reclamando pitanza,
cuando engorda la panza,
del mafioso que medra.
Sufre el pobre en silencio,
mientras la vida cambia,
llenándose las arcas,
de quienes se aprovechan.
Medra el necio sin causa,
contento en su ignorancia,
y prebendas obtiene,
cuidando su apariencia.
No repara en halagos,
no respeta la ciencia,
y sobando los lomos,
fabrica su riqueza.
Camino de la sombra,
viaja la luz sin miedo,
lúcidos son sus gestos,
como la faz que alumbran,
va mordiendo la sombra,
con voraz sentimiento,
y destapa las trampas,
que se esconden en ella.
Como fugaz estrella,
vive el loco sin freno,
la prisa en las miradas,
para perder lo auténtico.
Las manos bailan trágicas,
del veloz sentimiento,
la sombra va más rápida,
que el resto de los cuerpos.
Maldita la riqueza,
cortada de los huesos,
en la sangre bañada,
exigua de derechos.
Las voces engoladas,
van coartando el acento,
y se mofa el que nada,
sumergido en dinero.
Se fue buscando el aire,
se fue buscando el tiempo,
y se quedaron solas,
las miserias por dentro.
El camino es extenso,
tachonado de encuentros,
y al flotar la ignorancia,
se evapora lo bello.
Se ha amputado la idea,
aflora el sentimiento,
y el amor ya galopa,
buscando a su gemelo.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri
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